Prostitución infantil en Corrientes

EXCLUSIVO - “Las prostitutas me han dado todo, absolutamente todo, salvo los virus que matan al cuerpo y al alma: el sida y el amor” (Anónimo). Las trabajadoras del sexo, utilizan como herramienta sus propios cuerpos, para hacerse del pertinente sustento, entregando a cambio, no sólo sus fibras más íntimas, también su dignidad.
Las profesionales de la compañía, han existido desde siempre, motivadas quizá por una exacerbación de la libido (energía sexual), por la comodidad del oficio, o por algún conflicto traumático irresuelto con la figura masculina. Pasan a transformarse de Sujetos, en Objetos, en mercancías apetecibles a la espera de un amplio campo de consumidores.

Cabe mencionar un principio básico de la economía, si existe oferta es porque existe demanda.

Las avenidas, calles, bulevares, y rutas de nuestro país, a toda hora, son conquistadas por la seducción de las profesionales, los avisos clasificados de los diferentes diarios empiezan a nutrirse a expensas del incremento de anuncios en un nuevo rubro, los clubes nocturnos van ganando más adeptos en la movida noctámbula, las páginas de Internet ostentan en mayor número imágenes de féminas dispuestas a todo. La demanda, hombres casados, solteros, jóvenes, gerontes, desocupados, abogados, médicos, periodistas, políticos y tantos más, difícilmente se encarguen de analizar que el aumento de la oferta tiene una estricta relación con la marginalidad, la pobreza y las necesidades básicas insatisfechas, producto de la magnánima crisis social y económica que arrastramos como provincia.

Las mujeres, cuando sienten que sus derechos son vulnerados, hacen causa común y logran asombrosos resultados, es el caso de la Ley de Cupo Femenino para cargos electivos, de la Creación del Consejo Nacional de la Mujer, o de la Declaración de la Igualdad de Condiciones laborales.

Los políticos, intentan resucitar ideologías perimidas y crean frentes electorales con nombres distintos para diferenciarse, o en todo caso para que ciertos clanes, nutridos de familiares y amigos se disputen el botín de millones (ya haremos un mapa “genético de funcionarios y legisladores con parientes y amigos “entongados”).

Los periodistas, al brindar micrófonos y páginas, contribuyen y alientan a que las mismas voces y rostros de siempre, luego se refrenden en una boleta electoral o en un cargo directivo, instalando en la opinión pública los harto repetidos temas que en verdad sólo son una pantalla discursiva para el enfrentamiento real entre clanes o facciones, perteneciendo ellos mismos a diferentes bandas en disputa.

No existe una Universidad en donde se expida el título de profesional de la compañía. El aumento de la oferta, tiene sus causas en la pobreza, en la marginación y en la necesidad. El tema debe ser considerado de prioridad pública, mal que les pese a las mujeres que no consideran a las putas tales, por más que exija de nuestra clase política un mínimo esfuerzo intelectual para esbozar algún tipo de solución, más allá que no sea negocio para los periodistas hablar de sexo por dinero, independientemente de que nuestras Patricias y Patricios vernáculos no quieran escuchar hablar del tema. La salud y la dignidad de nuestros ciudadanos está en juego, y no sólo por imperio de la constitución o por sentimiento caritativo debemos encargarnos de un tema, que se entromete en nuestras sábanas, en nuestros recuerdos, en nuestras fantasías, en nuestras sospechas y en nuestras calles.

Más aún si de prostitución infantil hablamos, ¿cómo puede ser que los actores sociales nos hagamos los distraídos ante una realidad tan evidente?, acaso es necesario recalcar que no se trata de una problemática de un gobierno provincial o de un gobierno municipal. Ocurre que cuando desde afuera, cámaras televisivas que exageran informes a los efectos de ser más contundentes (¿porque rasgarnos las vestiduras ante esta práctica natural del oficio comunicativo?) ponen el acento en estas realidades que a diario no combativos, los responsables de la cosa pública lo sienten como una afrenta hacia lo que hacen o dejan de hacer, antes que reconocer que el problema es socio-cultural y de vieja data. De más está decir que no se resolverá de la noche a la mañana con soluciones mágicas, pero se debería trabajar con otro concepto o al menos modificarlo tibiamente, en el manejo de los responsables de ciertas áreas municipales o provinciales.

Cuando estos informes “del afuera” ponen al descubierto el lodazal en el cuál, nos acostumbramos a vivir, ciertos políticos de peso, en vez de atacar la coyuntura, de ponerse a la defensiva o de intentar sacar de la galera acciones supuestamente rápidas o circunstanciales, deberían poner en remojo la lógica que emplean para asignar a colaboradores o funcionarios de ciertas áreas.

Este tipo de situaciones son las que desnudan la pobreza técnica, conceptual y la sobreabundancia perjudicial de poner amigos, parientes y en el mejor de los casos “vendedores de humo electorales” como responsables de articular políticas de estado, ni siquiera se trata de peticionar que no lo hagan más, sino que simplemente se establezca un mínimo no imponible o cupo, para aquellos, que con ideas, convicción y conocimiento, empiecen a trabajar en estos nichos de la vergüenza.

También se podría trabajar en los enfermos mentales que se aprovechan de la marginalidad de una menor para obtener su cuerpo a cambio de dinero, pero antes de acechar en la conciencia de los incapaces que tendrían que hacer algo para modificar la realidad para bien, lo sustancial es recordar que perfectamente pueden cohabitar quienes estén dispuestos a trabajar en estas lamentables realidades con los que solamente están por su condición de parientes y amigos, demostrémonos que podemos hacernos cargo de nuestras problemáticas estructurales, demostrémosles a “los de afuera” que tenemos recursos humanos y voluntad para que una niña o niño no sea impulsado a la barbarie o sea presa de la perversión, cada cuerpo y alma de un pequeño correntino mutilado por esta problemática, resuena en la conciencia de los que tienen con que y no les brindan la oportunidad, y debería resonar con más fuerza en quiénes tienen la posibilidad de designar a gente, sea con capacidad o con disposición como para combatir estos flagelos, sin que esto haga mella en la también real necesidad social de pagar a infelices que cumplen ordenes sumariales y sólo tienen la obligación de decir que sí. Tan semejante al sí que dice una niña o niño correntino, cuando un depravado le ofrece dinero a cambio de sexo...


Por Francisco Tomás González Cabañas
Escritor - (www.franciscotgc.com.ar)