El corsodromo de Saladas llevará el nombre de “Pablito Ignacio”

En la sesión del miércoles 4 del Honorable Concejo Deliberante se aprobó imponer el nombre de “Pablito Ignacio” (Fundador de la Comparsa Polo Norte) al corsodromo saladeño inaugurado en el carnaval 2013. El proyecto fue presentado por los ediles Daniel Ponce y Noel Gómez.
Pedro Pablo Ignacio, nació un 11 de octubre de 1943, uno de los menores de 12 hermanos, hijo de don Eleodoro “Lolo” Ignacio y doña Lucrecia “Quecha” Cicolini, al ser el 7º hijo la valió el apodo de “Lobizón”, pero los que lo conocieron saben que fue un “Cordero”. Fue un gran hijo, hermano, novio, incondicional amigo y tío.

No completó sus estudios secundarios. Desde niño mostró gran inclinación por el dibujo, la pintura y todo lo relacionado con el arte, eso lo llevó a estudiar dibujo por correspondencia en la Academia Pitman, perfeccionándose en la Academia Popular de Saladas, con don Jesús Casasnovas, en el Curso de Arte Decorativo.

Sensible, romántico, desprendido de todo machismo, podía compartir un poema, un tema musical, los cuadros y dibujos, los postres que el mismo hacía para sus seres queridos (familiares y amigos). Muy combativo en la defensa de la libertad de los jóvenes (sobrinos o no), contra el conservadorismo de los padres de la época y con su autoridad moral los convencía!!! Y se hacía cargo de sobrinos y amigos en las salidas nocturnas, los cuidaba y aconsejaba.

En los años 60’, comenzó la participación en veladas artísticas que acostumbraban a realizar en el Cine Hispano, escuelas de la ciudad, que conmemoraban algún aniversario o necesitaban juntar dinero para algún beneficio.

También por esa época creó en el seno de su familia, junto a hermanos, primos y amigos la Comparsa Polo Norte (que era el nombre del Almacén de Ramos Generales de su padre, que luego dio nombre al barrio), en la cual cumplió todos los roles: ideólogo del tema, diseñador, coreógrafo, carrocero de ley. Fue un artista, productor, diseñador y ejecutor. Pensaba, hacía y concretaba. Llegó a ser no pocas veces arquitecto improvisado en la confección de planos de casas de hermanos y amigos. Al mismo tiempo que nunca abandonó la pintura de retratos y cuadros a lápiz o al óleo, para regalar a sus queridos amigos y sobrinos.

Tampoco nunca dejó de colaborar con el Carnaval, tanto que murió un 8 de febrero de 1978 en pleno día de Corso, cuyo recorrido alrededor de la Plaza Cabral estaban ornamentados con máscaras hechas por él y que seguramente lloraron al ver pasar su cortejo fúnebre multitudinario rumbo a la Iglesia San José, donde se despidió, rodeado del cariño de familiares y amigos queridos.